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La sorpresa como detonante narrativo.

  • Writer: Ileana Rincon-Cañas
    Ileana Rincon-Cañas
  • Jun 11
  • 2 min read


Durante una de las sesiones del Taller de Escritura Creativa con Simón J. Correa, trabajamos una consigna que nos invitaba a escribir una historia con un elemento sorpresivo. La sorpresa, como recurso narrativo, puede ser un giro inesperado, un cambio de tono, o simplemente algo que rompe la expectativa y nos saca de lo predecible.

Para inspirarme, recurrí a una historia que vi en el documental TransMéxico Film. A veces, una imagen, una frase o una escena basta para abrir una puerta interna y llevarnos a escribir desde otro lugar. Esa historia —que no viví, pero que me conmovió profundamente— fue el punto de partida para mi propio relato.

Lo que más me impactó fue cómo lo cotidiano puede, de pronto, volverse inesperado; cómo la vida de otra persona puede reflejar algo esencial sobre lo humano, sobre lo vulnerable, sobre lo valiente. Esta historia tiene partes reales y otros detalles que le añadí desde mi propia mirada.

Lo sorprendente no siempre llega con luces ni música dramática. A veces, simplemente aparece en silencio, con forma de verdad.

Lo que no se enseña.


Lady Tacos de Canasta, anda rodando con su bicicleta azul celeste la ciudad del bullicio, donde

los jacarandás con su color morado se mezclan con el cemento brutalista y el asfalto pesado.El olor a pan recién horneado, a carne asada, a cebolla y a cilantro revelan que en México, la

barriga es el centro del alma.El colorido intenso, el rojo, amarillo y el azul Frida, da rienda suelta al mareo que produce la

ciudad en las historias que corren por sus venas.A lo lejos se oyen voces… señor, señor un taco y ella con su femineidad al máximo, su vestido

rosa con encajes, y sus largas trenzas que vuelan por el cielo de la primavera tardía se

molesta, pero en ese momento lo deja pasar.

En un giro sus tacos están en el suelo caliente, donde se cocinan rápidamente como una

piedra volcánica, mientras tantos su mente gira y siente que pierde su día tan rápido como un

tren de alta velocidad, que no para, que no ve. Su mente solo oye… “Señor no me grite”, Señor

no me grite”.

El vacío de su corazón se desgarra lentamente.Un niño se acerca, la mira a los ojos y trata de ayudar a recoger el desorden que quedo.

Ella solo grita… “yo soy una señora, soy una mujer”.

 
 
 

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